Haremos previamente, para situarnos, un doble resumen.
En primer lugar, un rápido resumen artístico-religioso, dada
la influencia de la orden del Cister en la construcción de la Catedral.
Hacia el año 540, San Benito de Nursia, funda la orden benedictina: en la Abadía de Monteccasino.
Los benedictinos tendrán como característica de la orden la oración y el trabajo, con su famoso lema "Ora et Labora".
Con el paso de los años, en el 909 se funda la abadía de Cluny (en Francia). Los monjes benedictinos de Cluny, intentan volver a
los principios de la regla de San Benito, poniendo el acento en la liturgia y la oración.
Las órdenes monásticas, manifestación social y religiosa característica de esa época, necesitaban grandes complejos residenciales que incluyeran iglesias, claustros, bibliotecas, talleres, cocinas, refectorios y dormitorios para los monjes. Los arquitectos, particularmente los cluniacences, idearon nuevas técnicas constructivas con lo que se edificaron complejos monasterios románicos para los benedictinos.
Brevemente, el desarrollo en España de este Arte Románico sería:
En el último tercio del siglo X (finales de los novecientos) comienza el Primer románico.
Esta denominación se refiere al arte románico desarrollado en Cataluña desde finales del Siglo X.
El estar geográficamente tan cerca esta región española del resto de Europa hizo que apareciesen en Cataluña manifestaciones
de ese incipiente arte románico que comenzaba.
Mientras que este arte no logró arraigar en el resto de la Península Ibérica hasta el segundo tercio del Siglo XI, en los
condados catalanes se encuentran numerosos ejemplos anteriores que, si no plenamente románicos, sí contienen muchas de las
características definitorias de este estilo artístico.
Nos parece una buena definición ésta de "Primer Románico" (atribuida al arquitecto y especialista en románico, Josep
Puig i Cadafalch) y también llamado "Románico Lombardo", para evitar el uso del término Arte prerrománico que se emplea con
una acepción más amplia y reune el Arte altomedieval y Arte paleocristiano, y en España, los estilos Arte visigodo,
Arte asturiano, Arte mozárabe y Arte de repoblación.
Durante el primer cuarto del siglo XI puede encontrarse una gran actividad constructiva por parte de los grupos compuestos
de maestros y canteros lombardos que trabajaron por todo el territorio catalán, erigiendo templos bastante uniformes.
El gran impulsor y difusor de este arte fue el Abad Oliba, monje y abad del Monasterio de Ripoll que en 1032 mandó ampliar
este edificio con una fachada donde se levantaron dos torres, más un crucero donde se incluyeron siete ábsides,
todo ello decorado al exterior con ornamentación lombarda de arquillos ciegos.
En la Catedral de Sigüenza encontraremos, en las fachadas exteriores de las naves laterales, que los aleros se apoyan sobre
una simple (o doble) cornisa de arquillos ciegos.
Tres ejemplos característicos, dentro del gran número que hay, de este Primer románico pueden ser: el ya
mencionado monasterio de Ripoll, fundado en 888 por Wifredo el Welloso, primer conde independiente de Cataluña; el monasterio de
San Juan de las Abadesas, también fundado por Wifredo y en el que su hija Emma fue la primera abadesa,
y finalmente, el monasterio benedictino de San Pere de Rodes, majestuoso e impresionante en plena ladera escarpada bajando
hacia el mar y del que ya se encuentra mención en el año 878 a una pequeña comunidad en ese lugar. Los tres están en la
provincia de Gerona.
En el siglo XI tiene lugar, ya en el resto de la parte norte de la península, la construcción de una serie
de edificaciones de estructura simple en los que se emplean las novedades arquitectónicas introducidas en Europa por los
monjes cluniacenses:
iglesias de tres naves, cubiertas con techumbres
de madera o bóvedas de cañón, zonas absidiales en sus cabeceras, soportes en
forma de columnas o pilares, fachadas con torres...
Han sido Sancho III el Mayor de Navarra (1005-1035), y sus descendientes Fernando I y Alfonso VI (en Castilla), los que siguen una
política de acercamiento
y ayuda a los cluniacenses, deseando reformar la Iglesia española. Para ello, hicieron venir varios monjes de la abadía central de Cluny
desde Borgoña a España (concretamente a Sahagún), que conseguirán cambiar el rito mozárabe o de San Isidoro por
el rito latino o romano (ver más abajo).
Es en la segunda mitad del siglo XI cuando el románico pleno, o románico dinástico (como lo llama Miguel Ángel
García Guinea en su obra, refiriéndose a las iglesias construidas por los sucesores y parientes de Sancho III el Mayor) llega
a nuestras tierras en toda la zona norte, de Jaca (1063) a Santiago de
Compostela (comenzó la catedral hacia 1075), siguiendo el camino de Santiago
y zonas cercanas, como en Palencia (1035), León (panteón de San Isidoro en
1063), Sahagún, Carrión, Frómista (1066),
San Esteban de Gormaz (1081), Silos (1085)... , y también más al sur como en Segovia, Duratón, Sepúlveda... etc.
Es pues, la expansión de la orden cluniacense en España y el establecimiento de grandes rutas de peregrinación como el Camino de Santiago,
los que ayudaron a la difusión del estilo románico.
Los cuatro primeros obispos de Sigüenza, tras la reconquista, proceden de Francia y están influidos,
lógicamente, por estas corrientes de Cluny y del Cister.
Y en segundo lugar, un breve resumen histórico-político:
A comienzos del siglo VIII, en el año 711 tiene lugar la derrota de Don Rodrigo, último rey visigodo, en la batalla de Guadalete,
ante las huestes musulmanas de Tarik.
Muchos cristianos visigodos e hispano-romanos, ante la penetración musulmana, abandonan sus tierras de la Meseta y van a
resguardarse a las montañas de Cantabria y Asturias. Esta aportación humana de
foramontanos de la meseta que poblaron el territorio intramontano del norte de la Península, proporcionó
una nueva vitalidad que fue el potencial que facilitó la empresa de reconquistar los
territorios ocupados por los musulmanes.
La Reconquista empieza en el año 718 con la victoria en Covadonga (en el monte Auseba) de Don Pelayo, y con ello comienza
la Monarquía cristiana Asturiana.
En el siglo IX, hacia el año 811 se descubre lo que parece ser el sepulcro del apóstol Santiago en Compostela,
cuando reina Alfonso II el Casto en Asturias y,
poco a poco, empieza a formarse la ruta de peregrinación: el Camino de Santiago, cuyo primer documento escrito parece que
data del 850.
Con Ordoño I de Asturias, hacia el año 860, al ir reconquistándose la zona al sur de Asturias, comienza la
repoblación de esos
terrenos: salen del norte grupos de personas (de Cantabria, foramontanos) para repoblar la Meseta de Castilla. Como defensa
ante los musulmanes se amurallan ciudades como León, Astorga o Amaya.
En el siglo X, se empiezan a repoblar los márgenes del río Duero, marcando este río la frontera de los reinos cristianos.
Esa tranquilidad y pérdida de temor a los musulmanes se da, sobretodo, a partir de la muerte de Almanzor en 1002. Con ello,
el Camino de Santiago queda más despejado y se amplía el número de las peregrinaciones.
En el siglo XI continúan en la Península Ibérica los tiempos de la Reconquista, por parte de los reinos cristianos
a los musulmanes.
Con Fernando I (1035-1065), hijo de Sancho III el Mayor de Navarra (1005-1035), se han unido, por primera vez, los reinos de Castilla y
de León en un solo reino.
Su hijo Alfonso VI (1072-1109), el que juró ante el Cid Campeador en Santa Gadea de Burgos no haber tenido
parte en la conjura para asesinar a su hermano Sancho II de Castilla (1065-1072), reconquista Toledo en 1085 y
después,
Valencia con la ayuda del Cid.
La conexión con Cluny (ver más arriba) sigue muy estrecha y, de hecho, con los tributos que se reciben de los musulmanes en
tierras reconquistadas se subvenciona la obra de la abadía de Cluny en Borgoña.
El límite de la frontera con los reinos cristianos ha bajado hasta el río Tajo y,
por ello, se siguen repoblando las tierras de Castilla (Salamanca, Avila y Segovia), también en la época de Doña Urraca (1109-1126),
reina de Castilla, hija de Alfonso VI, que casó con Raimundo de Borgoña y, al quedarse viuda, con Alfonso I el Batallador de Aragón.
En en enero de 1124, cuando el obispo
Muy pronto, este obispo comenzó a pensar en la construcción de una Catedral para Sigüenza.
Y para centrarnos un poco más en esa época de la Baja Edad Media, nos preguntamos ¿qué ocurría en los paises cercanos de Europa, en aquellos
primeros años de la construcción de la Catedral?.
En la cercana Francia dominaba la dinastía de los Capetos; concretamente reinaba Luis VII (reinó de 1137 a 1180) que casado con Leonor de Aquitania, tomó
parte en la segunda Cruzada, alentada por San Bernardo de Claraval que impulsó el Cister; en la época de este rey comienza a construirse la basílica de
Saint-Denis en París, célebre por ser la primera en estilo gótico y por ser el lugar de sepultura de la mayoría de
los reyes de Francia.
En Inglaterra reina la dinastía de los Plantagenet. Enrique II (de 1154 a 1189), casó también con Leonor de Aquitania, fue el padre de Ricardo Corazón de
León y de Juan sin Tierra y en su reinado santo Tomás Becket, el arzobispo de Canterbury, fue asesinado en las gradas del altar.
En los terrenos de la actual Alemania dominaba la dinastía de los Hohenstaufen del sacro imperio Sacro Romano Germánico. El emperador
Federico I Barbarroja (de 1155 a 1190), intentó restituir los privilegios de la Iglesia trás la querella de las Investiduras (en 1073) de su antecesor
Enrique IV con el Papa Gregorio VII (de 1073 a 1085).
Finalmente, en Italia, luchan los guelfos, procedentes de Baviera y aliados del Papa en ciudades como Florencia, Milán o Mantua, contra
los gibelinos, aliados del
emperador en ciudades como Pisa o Siena.
Y tras este doble resumen, como introducción, entramos de lleno en las Fases de la construcción de la Catedral de Sigüenza.
Don Bernardo, el obispo de Sigüenza, nació en Agén, en la zona de Aquitania que formaba,
en aquel entonces, parte del reino de Aragón.
Hoy día, en pleno siglo XXI, no está demostrada con seguridad absoluta la localización de la primitiva catedral
iniciada por Don Bernardo. De hecho contamos con dos opciones diferentes:
a). La primera hipótesis se basa en un documento de 1138, el rey Don Alfonso VII, el Emperador, otorga
una "donación" del terreno donde la Iglesia episcopal "ha sido fundada".
Pérez Villamil, en 1899 y basándose en ello, opina que para la reedificación de una iglesia anterior no hacía
falta una donación del rey, pues ya era terreno sagrado. Por ello, defiende el que la nueva Catedral fue de nueva planta,
en el terreno donde se levanta la actual, aunque de menores proporciones.
b). En la segunda hipótesis, según un documento de 1144, Don Bernardo reedifica "con doble muro y Torre" una
primitiva Catedral, posiblemente sobre los restos de una visigoda o mozárabe: "Santa María Antiquísima".
Esta hipótesis la defiende María del Carmen Muñoz Párraga. Esta primera Catedral pudo estar edificada
donde hoy se levanta Nuestra Señora de los Huertos (las Clarisas) situada en la Alameda.
De estas dos opciones nos inclinamos más bien por la segunda, por ser mucho mas reciente (su obra publicada es de 1987) y su análisis arquitectónico muy riguroso, y a la luz de todos los análisis y descubrimientos realizados hasta esa fecha.
Don Bernardo consiguió de Don Alfonso VII el Emperador (1126-1157), hijo de Doña Urraca, privilegios y donaciones con los que poder acrecentar la nueva población, unificando las dos pueblas que existían entonces en Sigüenza: la superior en torno al Castillo, y la inferior, en torno a los Huertos. De ahí, lo que si es seguro, es que fue el promotor de la construcción de una nueva Catedral, para la nueva Sigüenza y que Don Bernardo constituye su Primer Cabildo, en 1135, bajo la regla de San Agustín con clérigos que llegarán a canónigos.
Con el obispo Don Pedro de Leucate (1152-1156), que fue sobrino del anterior, comienzan
las obras de construcción de la nueva Catedral.
Adopta el plan de "cabecera benedictina": planta de cruz latina, con un largo coro flanqueado por
ábsides paralelos, escalonados a cada lado del ábside principal (tomado de la tradición prerrománica).
En la prelatura de Don Cerebruno (1156-1167) se da un gran impulso a las obras, cerrando las naves y haciendo las tres puertas románicas de la fachada principal. También se edificó en su época, la iglesia románica de San Vicente.
Con el cuarto obispo procedente de Francia, Don Joscelino Adelida (1168-1177), al llegar la
construcción al crucero y a su nave transversal, en 1169, queda la Catedral abierta al culto.
De ésto da fe un crismón (monograma de Cristo con las letras X y P griegas) en el tímpano del arco
de la Puerta de la Torre del Gallo, con esta fecha de 1169 indicando que las obras habrían llegado a esta parte del
transepto (brazo transversal del crucero).
Es muy probable que fuera este obispo el que dedicara la quinta nave absidial (actual capilla del Doncel, en la Girola)
a Santo Tomás Cantuariense (de Canterbury).
Las obras habían comenzado en el estilo románico exuberante de
Cluny, pero enseguida se impondrá la austeridad
cisterciense en la catedral (por ejemplo, reduciendo el tamaño del coro, ya que su liturgia es más sencilla).
Igualmente, los capiteles en las columnas no van a ser historiados (escenas bíblicas o animales o monstruos) como
en el románico, pues prácticamente todos los de la catedral son de tipo vegetal.
En paralelo con las obras de la iglesia (las cinco capillas absidiales), comienza la construcción de un Claustro donde
se irían edificando las dependencias para la comunidad de canónigos de San Agustín.
De esta época son la antigua Sacristía y la Sala Capitular (ambas en el
Claustro)..
La antigua Sacristía, que entonces estaría incomunicada del Claustro, es la actual capilla de
San Pedro Mártir o Capilla de
las Zayas, y está cubierta por una bóveda de cañón apuntado.
La antigua Sala Capitular o Librería del Cabildo, es contigua a la anterior,
y con ella aparece en la
catedral el protogótico, pues su planta cuadrada está cubierta por una bóveda de ojivas (puede verse en la figura de
abajo a la izquierda, aunque no sea una fotografía de calidad) con cuatro arcos, apoyados
en zócalos que arrancan del suelo.
En esta Sala Capitular seguimos viendo la convivencia del románico y el protogótico: en su muro exterior, visto
desde la Claustra, (figura de abajo, a la derecha) patio adosado a la Catedral
en su parte nordeste (donde estaban las antiguas dependencias de los canónigos regulares de
San Agustín), aún se
pueden observar ventanales románicos de medio punto, un óculo con orificio central y seis más pequeños y una cornisa
de arcos ciegos con ménsulas (apoyos saledizos) representando figuras humanas o animales grotescas.
Todo ello típico del románico.
También podemos encontrar restos del románico, en trompas (bovedilla semicónica, con el vértice en el ángulo de dos muros)
románicas con cabezas
y cuerpos humanos, (como la que se ve en la figura de abajo) y que está en el transepto zona sur, sobre la quinta
nave absidial (hoy capilla de San Juan y Santa Catalina o del Doncel).
Igualmente existen capiteles románicos historiados con figuras, en la Capilla de San Valero. O bóvedas de medio cañón, como la ya mencionada de la antigua sacristía (hoy San Pedro Mártir) o la del desván o bohardilla de la sacristía de Santa Librada.
En la época del obispo Don Arderico (1178-1184), primer obispo español tras la reconquista de Sigüenza, el cabildo se habría trasladado ya a las dependencias habitables del primitivo claustro, pues los canónigos con la regla de San Agustín estarían instalados en la Catedral.
El obispo Fray Martín de Finojosa (1185-1192), fue monje cisterciense y abad de Santa María de Huerta; llegó
a santo: San Martín.
Siendo cisterciense, influiría lógicamente el estilo arquitectónico de esta orden en las obras.
De hecho, hay un cierto paralelismo
entre el estilo de la Catedral y el del monasterio de Huerta, al que volvió después de ser obispo.
En el plano, destacan en rojo, las obras iniciales, realizadas desde mediados del siglo XII (hacia 1150)
hasta 1198. Se pueden observar
las cinco capillas absidiales, y el comienzo del Claustro inicial con dependencias como la Sacristía y Sala Capitular.
En color azul, las realizadas entre 1198-1221. Es la época del próximo obispo D. Rodrigo, en que se harán las fachadas
laterales y las torres de la fachada principal.
En gris oscuro, las de la época de 1221-1299: elevación de las bóvedas
laterales.
En gris claro, punteada, las de 1300-1326: la elevación de la nave central.
Con el obispo Don Rodrigo (1192-1221), ha comenzado la época del
protogótico, y las formas románicas van cayendo en desuso.
Este obispo (sobrino del anterior, Don .Martín) tiene la idea de
hacer gótica la catedral, elevando bóvedas góticas sobre el románico
primitivo (posiblemente cubierto de madera)...
Se van completando los muros de las fachadas laterales. Se eleva el primer cuerpo de las dos torres de la fachada
principal.
Estamos en la época de la batalla de las Navas de Tolosa.
En la época del obispo Don García (1288-1299), se hace la sacristía de Santa Librada y se elevan las bóvedas del Crucero.... Se levantan los altares de San Martín y San Lorenzo. De esta época es la Capilla de San Valero.
Con el obispo Don Simón Girón de Cisneros (1301-1327) (tío
del Arcipreste de Hita), se empieza la elevación de la nave central.
También se termina un Coro pétreo en el cuarto tramo de la nave central.
En los comienzos de su prelatura realiza la secularización del Cabildo: Ya no estarán acogidos a la Regla de
San .Agustín y lo formarán 93 miembros: Deán, Chantre, Prior, Arcedianos, abades, 40 canónigos...etc.
Este obispo es el que manda derribar, en 1322, la torre de la antigua Catedral de Nuestra Señora de los Huertos.
Está enterrado en el centro del Coro (según un documento fechado en 1306, se le dona en ese lugar una sepultura).
Con el obispo Don Fray Alonso (1329-1341) se acaba de elevar la nave central.
El obispo Don Gonzalo de Aguilar (1342-1348) manda
elevar la torre de las campanas (la del lado derecho) de la fachada principal,
añadiendo dos cuerpos al existente, y la torre del Sur (del Gallo), aunque
las terminará su sucesor.
A principios de este siglo queda terminada la obra inicial de la Catedral.
El cardenal Don Pedro Gómez Barroso (1348-1358) termina de
elevar la torre del lado derecho de la fachada principal, forrando de piedra de sillería
la mampostería inicial. La torre tiene ya cuatro cuerpos, y en el tercer cuerpo de esta torre, se puede ver su escudo.
En esta época, Doña Blanca de Borbón estuvo confinada en el Castillo-Alcázar de Sigüenza.
En el siglo XV, con Don Alonso Carrillo de Acuña
(1436-1447) se hace reconstrucción de la Catedral que estaba casi en ruinas. Se hacen
varias restauraciones.
Bajo su dirección, su tío Alfonso Carrillo, Cardenal de S. Eustaquio
(1424-1434), fue enterrado en la capilla mayor en un gran mausoleo.
El obispo Don Fernando Luján, (1449-1465) protegido de Don Álvaro de Luna (valido de Don Juan II) manda construir la capilla del Corpus Christi (lo que hoy es la parte inicial de la capilla parroquial de San Pedro) en 1455. Se realiza una pequeña parte, y en ella está enterrado.
Con el cardenal Don Pedro González de Mendoza,
(1467-1495), hijo del duque del Infantado (primogénito del marqués de
Santillana) se reconstruyen las bóvedas
del Crucero.
En el nuevo coro, que se ha trasladado de su posición inicial en el presbiterio rodeando el altar mayor,
a su posición actual, manda erigir la sillería en nogal. Puede verse abajo, el escudo del cardenal en la silla
episcopal de este nuevo coro.
También el púlpito gótico de la Epístola (mirando de frente, el de la derecha).
En su época se construye la Plaza Mayor y la Universidad, y
se repara el Castillo. Es también la época de la toma de Granada y el
descubrimiento de América.
En los días de Mendoza fue capellán mayor de la catedral, Cisneros, que más tarde llegará a ser arzobispo de Toledo y
Cardenal.
Con el obispo Don Bernardino López de Carvajal
(1495-1511) se reconstruye el claustro gótico con la ayuda de Cisneros.
También se emprende la construcción del Atrio, tras derribar los restos de muralla
que quedaban ante la fachada principal.
Este obispo ensanchó la ciudad con las nuevas calles del Seminario, Cardenal Mendoza y Yedra y
aunque, curiosamente, parece ser que nunca estuvo en Sigüenza no desatendió, como puede verse, esta ciudad de
Sigüenza, desde Roma donde ya era cardenal.
El obispo Don Fadrique de Portugal (1512-1539) hace
elevar la torre del lado izquierdo hasta los cuatros cuerpos actuales, igualando las dos torres.
En esta torre del lado izquierdo se pueden ver sus escudos.
Manda construir el retablo de Santa. Librada, su Mausoleo y el retablo de la Virgen de la leche. También se construyen
la reja del coro y alguna capilla del Claustro.
El obispo Don Fernando Niño de Guevara (1546-1552) costeó la reja de la Capilla de las reliquias. Está enterrado en la Catedral.
Al obispo Don Pedro Gasca (1561-1567) se debe la idea de la construcción de la Girola.
Con el obispo Don Diego de Espinosa, cardenal de S. Esteban in Coeli Monte (1568-1572) se inician las obras de la Girola, que anteriormente eran capillas.
El obispo Fray Lorenzo de Figueroa y Cordaba, dominico (1579-1605) continúa las obras de la Girola y manda construir la Custodia.
En el plano, destaca el claustro, del siglo XVI.
También las obras de la Girola, que sustituye a las antiguas capilla absidiales.
Con el obispo Fray Mateo de Burgos (1606-1611) se construye el retablo del altar mayor de Giraldo de Merlo (1609)
El obispo Fray Pedro González de Mendoza, (1623-1639) hijo del príncipe de Eboli y Ana de Mendoza (duques de Pastrana) manda construir la reja del presbiterio de la Capilla Mayor y se erigen los Arcos Nuevos para la traída de aguas.
Con el obispo Fray Pedro de Tapia (1645-1649) dominico, se construyen las rejas del Coro.
El obispo Don Andrés Bravo de Salamanca, (1662-1668) donó los 16 tapices que actualmente están en el Museo Catedralicio, y mandó edificar el altar de Nuestra Señora de la Mayor, que terminó de construir Juan de Lobera en 1688. Está sepultado en la Capilla del Cristo.
El obispo dominico Fray Pedro Godoy (1672-1677) amplía la capilla del Corpus Christi y crea la capilla parroquial de San Pedro. Está enterrado frente al altar mayor del presbiterio de la Catedral.
El obispo Don Juan de Herrera (1722-1726), comunica las dos torres de la portada con una balaustrada de piedra.
El obispo Don Francisco Delgado-Venegas (1769-1776), hace cerrar el atrio con rejas de hierro.
El obispo Don Juan Díaz de la Guerra (1777-1800), manda construir el pórtico cerrado, al final del brazo sur del crucero (Puerta del Mercado) y las rejas del atrio.
El obispo Don Eustaquio Nieto y Martín (1917-1936), muere en la guerra civil del año 1936 y está enterrado en un mausoleo en la Capilla de la Inmaculada (La Anunciación).
El vicario capitular Don Hilario Yaben y Yaben (1936-1944), rige el obispado durante
los años de la guerra civil y comienzos de la posguerra, y emprende las obras de restauración, pues
la Catedral ha sufrido muchos daños, durante la contienda civil.
Dirigen las obras de restauración y reconstrucción D. Leopoldo Torres Balbás y
principalmente D. Antonio Labrada Chercoles, arquitecto subdirector de "Regiones Devastadas".
Se añade la Linterna sobre el Crucero, dando mas luminosidad a la nave central, y se hacen numerosas obras de restauración
para paliar los daños de la Catedral.
No es ahora el momento de mencionar a los numerosos artistas, escultores, canteros, tallistas...etc. que participaron en estas obras, pues la lista podría ser interminable. Pero sí quiero rescatar de la memoria a dos artistas en representación de todos ellos:
El escultor Trapero de Valladolid, que restauró magníficamente el púlpito plateresco del Evangelio, (tallado en 1573 por el seguntino Martín de Vandoma) que había sufrido numerosos daños en la contienda civil.
El escultor, tallista, imaginero y restaurador Tomás Díez Aguado, nacido en San Sebastián (aunque vivió largos años
en Santander), que bajo las órdenes directas de Antonio Labrada estuvo en Sigüenza en esos años de la posguerra con
"Regiones Devastadas" y realizó la restauración del Altar Mayor, así como de
figuras y de la sillería del Coro.
Este artista fue el que hizo la reconstrucción del camarín de la reliquia de Lignum
Crucis en el santuario de Santo Toribio de Liébana, en Cantabria. Mi agradecimiento a su hija María Luz Díez Salviejo,
que me ha aportado estos datos comprobados.
Para finalizar esta sección, incluimos a continuación algunos de los escudos de los obispos más representativos, que se pueden localizar en diversos puntos de la Catedral:
a) Cardenal Don Pedro González de Mendoza (1467-1495).
b) Obispo Don Fadrique de Portugal (1512-1539).
c) Obispo Don Fernando Niño de Guevara (1546-1552).
d) Obispo Fray Pedro de Tapia (1645-1649).
e) Obispo Don Francisco Delgado Venegas (1769-1776).
f) Obispo Don Juan Díaz de la Guerra (1777-1800).